sábado, 26 de abril de 2014

"Camino al Futuro" por Anastasio Arevalillo

Hace treinta y seis años arrancó nuestra democracia en un país ansioso de libertad. De la mano del tan venerado hoy  Adolfo Suárez  y la implicación del resto de formaciones políticas que dejaron a un lado aspiraciones ideológicas históricas se consiguió emprender un camino que no tenía retorno. Bajo el mandato de la cara más amable del antiguo régimen y pactando hasta los desacuerdos con quienes habían estado clandestinos hasta ese momento, arrancó el periodo de libertar más amplio de nuestra historia reciente sin sables, ni barricadas, ni obuses. Mientras tanto, la sociedad española de entonces, siguiendo un guión escrito, se descorchó estrepitosa de las ataduras rancias que ya pesaban como una losa: La música enloqueció a golpe de cresta y tachuelas, el cine se llenó de cuerpos desnudos y muchos de nuestros artistas volvieron de su obligado retiro transpirenaico. 

Superado el susto de bigote y tricornios, la ciudadanía entendió que esto iba en serio y otorgó su confianza a quienes pensaron que aumentarían las revoluciones del motor de España. Los socialistas alcanzaron el gobierno y comenzamos a construir un país supuestamente aconfesional, con sanidad universal, educación gratuita obligatoria y derecho al divorcio, al matrimonio y al aborto, entre un sinfín de avances más. 

Los votantes en cada momento han buscado y propiciado la sana alternancia política. El problema está cuando los políticos defraudan o defraudamos el mandato de la ciudadanía. Cuando se utilizan los votos que te ha otorgado una mayoría absoluta para hacer aquello que no dijiste o, lo que es aún más grave, para realizar todo lo contrario de lo que prometiste. En contra de lo que algunos puedan pensar, creo que los españoles quieren ser más que nunca parte de la política. Ya no se conforman con votar cada cuatro años y que sus papeletas sean tomadas como un cheque en blanco, quieren ser tenidos en cuenta para todo aquello que surge más allá de tu carta de presentación en unas elecciones. 

Asentados ya los principios básicos de la Constitución y viendo las fisuras existentes en lo construido, es el momento de avanzar en más democracia. Y esto solo se consigue si formamos gobiernos abiertos, transparentes, dialogantes, cercanos y participativos. Convencido estoy que la sociedad apoyaría cualquier toma de decisión difícil que hubiese que realizar sobre algún tema sobrevenido si esto se explica debidamente sin oscurantismo, con lealtad y ánimo verdadero.

Estamos tardando en emprender el camino que nos lleve al futuro.